miércoles, agosto 11

POR NUESTRO ROSTRO SOMOS JUZGADOS


"Rostros. Ensayo antropológico"
de David Le Breton

El rostro tiene historias que atraviesan los siglos y son muy diferentes. David le Breton hace una antropología de esa parte del cuerpo humano que es el lugar central de nuestra comunicación. Sin dejar de lado el «cara a cara», el mal de ojo, las máscaras, las muecas, ni los identikit de criminales, pone en evidencia las paradojas de la envergadura del rostro humano, conduciéndonos sucesivamente por la historia de lo deformado y lo resplandeciente, lo bello y lo feo, lo aceptable y lo insoportable.

El autor relaciona rostro y máscara. ”La máscara no es una simple herramienta para asegurarse el incógnito, sino que revela secretos, sorpresas. Suele tomar las riendas apoderándose del hombre, quien creía dominar, orientar su acción. Querer escurrirse de los propios rasgos no es una intención libre de riesgos. Cambiar de rostro es cambiar de existencia… ¿No es acaso el rostro una medida de precaución a través de la cual se dominan todos los impulsos, las tentaciones que pondrían en peligro el orden del lazo social?

Apoyándose en la religión, la filosofía, la antropología, el autor delimita todo el «medio decir» del rostro para conducirnos a la reflexión última de que una de las características de la violencia simbólica que opera en el racismo consiste antes que nada en la negación del rostro en el otro.

Leer Más: Revista Ya, El Mercurio. Mercedes Funes. Nº 1401: martes 27 de Julio, 2010. Pág.: 60-65.

COCINA SANA CON ALMENDRAS


Claudia Molina. Revista Ya, El Mercurio. Nº 1401: martes 27 de Julio, 2010. Pág.: 68-72.

Sin gluten, ni leche.

QUEQUE DE MAÍZ Y LIMÓN

110 gramos de chuchoca;
70 gramos de harina de maíz;
200 gramos de almendras molidas;
180 gramos de mantequilla blanda;
3 huevos;
200 gramos de azúcar;
2 cucharaditas de polvo de hornear;
jugo de un limón;
ralladura de 2 limones;
1 cucharadita de esencia de vainilla;
1 pizca de sal, y
2 cucharadas de azúcar flor.

1. Precalentar el horno a 160 grados.
2. En un bol batir las claras hasta nieve y reservar.
3. Batir la mantequilla y el azúcar en un bol con la batidora hasta que la mezcla se vuelva cremosa. Incorporar el jugo del limón, luego la ralladura y después la vainilla. Agregar las yemas de a una batiendo entre medio.
4. En un bol mezclar la harina de maíz, la chuchoca, las almendras molidas, la sal y los polvos de hornear. Añadir esta mezcla a la de las yemas, batir y reservar. Incorporar de forma envolvente las claras y unir la mezcla.
5. Enmantequillar y enharinar un molde, y verter la mezcla. Meter en el horno 40 minutos y dejar enfriar. Decorar con azúcar flor

martes, agosto 10

El bicho más raro del mundo


En cierta ocasión, sucedió que varios investigadores estaban en la selva tratando de estudiar al bicho más raro del mundo. Nadie lo había visto y sólo se sabía de su existencia por algunos restos y su sonido característico, parecido al ladrido de un perro con dolor de muelas "guuuuuuuuhhh....ay!", y todos querían ser los primeros en fotografiarlo y estudiarlo. El "bicho" era un animal nocturno, así que durante el día los científicos se entretenían con otros estudios o hablando unos con otros. De entre todos ellos, llamaba la atención Sir Walter Tickishmikicks: era un señor muy formal y agradable, con un pequeño bigotito y un gran sombrero de explorador, pero que todos los días, antes de merendar, dedicaba una hora sentado en su mesa a colocar todos sus objetos y aparatos con meticulosa precisión: el cuaderno de notas, justo al borde, en al lado derecho de la mesa, un poco más allá de la grabadora y junto a los 5 lápices: negro, rojo, azul, verde y amarillo, siempre en ese mismo orden; la lámpara hacia el final de la mesa, al lado de la cámara fotográfica, en la izquierda... y así todas las cosas, hasta el más pequeño de los detalles. Todos pensaban divertidos que aquel hombrecillo era el mejor ejemplo de la famosa obsesión de los ingleses por el orden.
Muchas noches estuvieron en aquella zona los investigadores antes de que apareciera el bicho, y algunos dudaban hasta de su existencia, hasta que finalmente apareció. Fue de repente, mientras todo estaba en silencio, cuando a sólo unos metros de los investigadores escucharon alto y claro su gruñido de perro con dolor de muelas. Duró un instante, porque el revuelo de los investigadores buscando sus cámaras y cuadernos asustó al animal, que huyó rápidamente sin dar tiempo a ser visto o estudiado con detalle.
A la mañana siguiente, todos comprobaron sus hallazgos: algunos habían conseguido grabar su gruñido, otros anotar su forma de moverse y los más afortunados incluso fotografiar una parte de la cola o las patas. Todos se felicitaban por sus logros, pero cuando vieron los trabajos de Sir Walter, no salían de su asombro: ¡él solo había conseguido varias fotos al completo, además de grabar su gruñido y hacer anotaciones a todo color sobre el animal! ¡ y todas eran perfectas!
Enseguida corrieron a felicitarle como el mejor de todos ellos, comprendiendo que su manía por el orden era la mejor foma de prepararse para trabajar a oscuras, y que gracias a eso había podido utilizar la grabadora, la cámara, el cuaderno y los lápices en décimas de segundo, sin necesidad de buscar dónde estaban. Por supuesto, los trabajos que hizo sobre el "bicho más raro del mundo" hicieron famosísimo a Sir Walter, quien además de crear una exitosa escuela para investigadores y científicos llamada OPI, "Orden Para Investigar", tuvo el honor de poder dar nombre al animal. Y como todo aquello fue tan divertido y le había gustado tanto, al recordar su característico gruñido, no dudó en llamarlo el animal "Másguay".

Autor.. Pedro Pablo Sacristán