jueves, junio 3
EL MARCIANO ACCIDENTADO
Estaba una noche el erizo mirando al cielo con su telescopio, cuando le pareció ver pasar una nave espacial volando hacia la luna. Cuando consiguió enfocarla, descubrió que se trataba de la nave de un pobre marciano que había tenido un accidente y había aterrizado en la luna, y que no podría salir de allí sin ayuda.
El erizo se dio cuenta de que seguro que era él el único que podría haberlo visto, así que decidió tratar de salvarle, y llamó a algunos animales para que le ayudasen. Como no se les ocurría nada, llamaron a otros, y a otros, y al final prácticamente todos los animales del bosque estaban allí.
Entonces se les ocurrió hacer una gran montaña, unos subidos encima de otros, hasta llegar a la luna. Aquello fue muy difícil, y todos terminaron con algún dedo en el ojo, un pisotón en la oreja y numerosos golpes en la cabeza, pero finalmente consiguieron llegar a la luna y rescatar al marciano. Desgraciadamente, cuando estaban bajando por la gran torre de animales, el oso no pudo evitar estornudar, pues era alérgico al polvo de luna, y toda la torre se vino abajo con gran estruendo de aullidos, rugidos y otros lamentos de los animales.
Al ver todo aquel estruendo, con todos los animales doliéndose por todas partes, el marciano pensó que se enfadarían muchísimo con él, porque todo aquello había sido por su culpa. Pero fue justo al revés: según se fueron recuperando de la caída, todos los animales saltaban y daban palmas de alegría, felices por haber conseguido entre todos algo tan difícil, y durante todo aquel día celebraron una gran fiesta juntos.
El marciano anotó todas estas cosas, y cuando volvió a su planeta dejó a todos boquiabiertos con lo que le había pasado. Y así fue como aquellos sencillos y voluntariosos animales enseñaron a los marcianos la importancia del trabajo en equipo y de la alegría, y desde entonces, ya no hacen naves de un solo pasajero, sino que van en grupos dispuestos siempre a ayudarse y sacrificarse unos por otros en cuanto sea necesario.
Autor.. Pedro Pablo Sacristán
GANSOS Y SEMILLAS...
Desde el principio de los tiempos, los gansos silvestres se alimentan allá en Estados Unidos de Norteamérica de las semillas de las plantas llamadas schocltzias. Con sus picos barren el lodo filtrando esas diminutas semillas. Una vez ahítos emprenden el vuelo con su buche como si fuera una pequeña alacena repleta de semillas… alimento para tan arduo viaje.
Cuentan los antiguos daneses que una gran bandada de gansos se desvió hacia los Países Nórdicos en su largo peregrinar hacia el Polo Norte. Por esas cosas del destino eligieron esta ruta, pasando la noche al abrigo del castillo de los Holch.
Dicen que ese invierno en particular la bandada demoró en trasladarse a sus aposentos y una oscura tormenta asoló la región. La tempestad arrojó grandes peñascos de hielo sobre los desprotegidos gansos causando gran cantidad de víctimas. Los cortantes trozos sembraron las colinas no sólo de gansos muertos, sino también de las semillas que ellos portaban en su buche.
La Princesa Estefanía Holch se encontraba enferma grave a causa de los intensos fríos. La desgracia acechaba en palacio como horrendas sombras.
El Consejo de Sabios recomendó cortarle los hermosos cabellos, los que peinaba en unos bucles como dedales de oro. Estos, una vez cortados, fueron arrojados a los vientos para calmar la ira de los dioses. Esta ofrenda resplandeciente brilló en las colinas cayendo junto a las semillas dejadas por los gansos.
La tempestad, sin embargo, seguía arreciando, y pasaron los días y la furia no amainaba.
El hierbatero de palacio salió en medio de la tempestad y cosechó unas débiles plantitas que él no conocía y, en un arrojo de osadía, preparó una tizana y se la ofreció a su amada princesa para apaciguar sus altas fiebres. No pasaron más de tres días y los debilitados miembros de Estefanía rejuvenecieron como vertientes de tiempos remotos. Unos espléndidos rayos de luz se posaron en los aposentos reales, donde se encontraba la desfalleciente princesa. Retornó la vida y las mejillas enrojecieron lozanamente, mientras unos pequeños bucles, como plantitas nuevas entre la nieve, aparecieron en su dorada cabecita. Estefanía, cada vez más animosa, les sonreía a sus complacientes padres.
Al mediodía de la primavera, las colinas amanecieron resplandecientes de flores amarillas mecidas por la suave brisa como olas de oro. Las costureras de palacio, en un arrojo de alegría, lanzaron sus dedales de costura a las praderas. Desde entonces se les llamó dedales de oro a estas milagrosas plantas.
La Reina Madre y el Rey lanzaron un edicto en el cual se proclama el Dedal de Oro como planta oficial del Reino para bajar las fiebres, y se debía sembrar en todos los caminos reales. Desde entonces los súbditos cumplen con dicho edicto.
Don Estofer Holch, cuando emigra a América a trabajar en los ferrocarriles como ingeniero para cumplir con el mandato de su Reina, trae un puñado de dedales de oro, y cuando viaja en el ultimo vagón del tren que sube hasta San Alfonso (Chile), siembra desde la pisadera su valioso tesoro.
De la primavera de su niñez, una bruma se deslizó por el Cajón del Maipo alejando las penumbras. Hasta el día de hoy un manojo de flores en las manos de los citadinos que suben a las estribaciones de la cordillera se marchita y se deshoja al instante, negándose de esta manera a ser arrancados sin poder multiplicarse y así recordar la mano amiga que los arraigó en los caminos de su querido Chile, su nueva patria. De este modo se cumplió el sueño del súbdito danés.
Esta leyenda la contó el abuelito Facundo Leylaf Ona en el verano de 2010.
Enviada por Adán Bórquez.
Revista Dedal de Oro, Nº52- Año VIII, Otoño 2010 (http://www.dedaldeoro.cl/ed52-07_leyenda.html)
Cuentan los antiguos daneses que una gran bandada de gansos se desvió hacia los Países Nórdicos en su largo peregrinar hacia el Polo Norte. Por esas cosas del destino eligieron esta ruta, pasando la noche al abrigo del castillo de los Holch.
Dicen que ese invierno en particular la bandada demoró en trasladarse a sus aposentos y una oscura tormenta asoló la región. La tempestad arrojó grandes peñascos de hielo sobre los desprotegidos gansos causando gran cantidad de víctimas. Los cortantes trozos sembraron las colinas no sólo de gansos muertos, sino también de las semillas que ellos portaban en su buche.
La Princesa Estefanía Holch se encontraba enferma grave a causa de los intensos fríos. La desgracia acechaba en palacio como horrendas sombras.
El Consejo de Sabios recomendó cortarle los hermosos cabellos, los que peinaba en unos bucles como dedales de oro. Estos, una vez cortados, fueron arrojados a los vientos para calmar la ira de los dioses. Esta ofrenda resplandeciente brilló en las colinas cayendo junto a las semillas dejadas por los gansos.
La tempestad, sin embargo, seguía arreciando, y pasaron los días y la furia no amainaba.
El hierbatero de palacio salió en medio de la tempestad y cosechó unas débiles plantitas que él no conocía y, en un arrojo de osadía, preparó una tizana y se la ofreció a su amada princesa para apaciguar sus altas fiebres. No pasaron más de tres días y los debilitados miembros de Estefanía rejuvenecieron como vertientes de tiempos remotos. Unos espléndidos rayos de luz se posaron en los aposentos reales, donde se encontraba la desfalleciente princesa. Retornó la vida y las mejillas enrojecieron lozanamente, mientras unos pequeños bucles, como plantitas nuevas entre la nieve, aparecieron en su dorada cabecita. Estefanía, cada vez más animosa, les sonreía a sus complacientes padres.
Al mediodía de la primavera, las colinas amanecieron resplandecientes de flores amarillas mecidas por la suave brisa como olas de oro. Las costureras de palacio, en un arrojo de alegría, lanzaron sus dedales de costura a las praderas. Desde entonces se les llamó dedales de oro a estas milagrosas plantas.
La Reina Madre y el Rey lanzaron un edicto en el cual se proclama el Dedal de Oro como planta oficial del Reino para bajar las fiebres, y se debía sembrar en todos los caminos reales. Desde entonces los súbditos cumplen con dicho edicto.
Don Estofer Holch, cuando emigra a América a trabajar en los ferrocarriles como ingeniero para cumplir con el mandato de su Reina, trae un puñado de dedales de oro, y cuando viaja en el ultimo vagón del tren que sube hasta San Alfonso (Chile), siembra desde la pisadera su valioso tesoro.
De la primavera de su niñez, una bruma se deslizó por el Cajón del Maipo alejando las penumbras. Hasta el día de hoy un manojo de flores en las manos de los citadinos que suben a las estribaciones de la cordillera se marchita y se deshoja al instante, negándose de esta manera a ser arrancados sin poder multiplicarse y así recordar la mano amiga que los arraigó en los caminos de su querido Chile, su nueva patria. De este modo se cumplió el sueño del súbdito danés.
Esta leyenda la contó el abuelito Facundo Leylaf Ona en el verano de 2010.
Enviada por Adán Bórquez.
Revista Dedal de Oro, Nº52- Año VIII, Otoño 2010 (http://www.dedaldeoro.cl/ed52-07_leyenda.html)
martes, junio 1
Turisteando por nuestra capital
Para caminar y caminar...Guía para pasear como turistas por la capital...todo muy bien explicado en :
www.monumentos.cl/circuitos patrimoniales/.
www.monumentos.cl/circuitos patrimoniales/.
FIDOCS
Hoy martes parte la fiesta documental imperdibles del FIDOCS.
Todas las salas y horarios están en:
www.fidocs.cl
Todas las salas y horarios están en:
www.fidocs.cl
Junio
Junio, sexto mes del año en el calendario gregoriano; consta de 30 días. La etimología del nombre es dudosa. Diferentes autoridades derivan el nombre de la diosa romana Juno, la diosa del matrimonio, o del nombre de un clan romano, Junius. Otra teoría localiza el origen del nombre en el latín iuniores (jóvenes) en oposición a maiores (mayores) para mayo, que son los dos meses dedicados a la juventud y a la vejez respectivamente. Junio era el cuarto mes en el antiguo calendario romano. Cuando Julio César estableció la reforma del calendario, junio tenía 29 días, a los que César añadió un trigésimo.
En el hemisferio norte el 21 de junio termina la primavera y comienza el verano. En el hemisferio sur termina el otoño y comienza el invierno.
En el hemisferio norte el 21 de junio termina la primavera y comienza el verano. En el hemisferio sur termina el otoño y comienza el invierno.
ACELGAS A LA CHILENA
RECETA:
Ingredientes:
1 paquete de acelgas
1/2 Kg. de papas,
3 zanahorias,
1 cebolla picada,
1 taza de caldo de gallina o de pollo,
1/2 taza de leche,
Aceite o mantequilla,
sal.
Preparación:
Sacar los tallos a las acelgas y cortar las hojas a lo largo en tiras angostas.
Cocinar con poca agua.
Aparte freír en la mantequilla o aceite la cebolla picada en cuadritos pequeños.
Una vez doradita agregar las papas en cuadritos y las zanahorias cortadas finito. Agregar la acelga bien escurrida, el caldo de ave y la leche. Si desea, le puede agregar un poquito de arroz, sal a gusto y se deja cocinar a fuego lento hasta que espese. y... A chuparse los dedos!!
lunes, mayo 31
Jugando con el Sol
Había una vez un bosque en que todos los animales jugaban felices y contentos. Tanto que el sol que los veía quiso jugar con ellos. Estos le dejaron jugar, pero cuando el sol bajó del cielo y se acercó al bosque, ninguno podía resistir el calor y todos huyeron a esconderse.
Entonces, el sol volvió a subir junto a las nubes, pero estaba tan triste que ya no quería salir a iluminar nada, y sin el sol, todo se fue apagando, y el precioso bosque y sus animales también. Los animales, sabiendo la causa que apenaba al sol, se reunieron a pensar en formas de alegrarle, hasta que alguien propuso jugar con él de noche, cuando ya no quema, y así evitar sus rayos. Y así lo hicieron.
Todos tuvieron que hacer un gran esfuerzo para descansar más durante el día y poder jugar por la noche, pero tenían tantas ganas de alegrar a su amigo el sol, que nadie puso ninguna pega, y la luz y la alegría volvieron al bosque y al resto del mundo.
Nota: este cuento no tiene un único autor. "Taller de Cuentos Creativos", Colegio Tajamar de Madrid.
Autor.. Group from the "Creative Story Workshop
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